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Emiliano Zapata

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Una acción recurrente durante el gobierno de Porfirio Díaz era la expropiación de tierras comunales por parte de gobiernos locales. Los indígenas no tenían ni voz ni voto y simplemente eran desplazados. Un buen día en Anenecuilco, Morelos, uno de ellos comenzó a estudiar documentos que databan desde la época de la Independencia y la Reforma para enterarse del derecho de los pueblos a poseer y beneficiarse de la tierra donde nacieron.

Emiliano Zapata tenía una clara posición que se describe en una sencilla frase: ¡Tierra y Libertad!. Con ella y un pequeño grupo de hombres tomó por la fuerza sus tierras legítimas en 1910 y después de concertar alianzas con Madero a través de un mensajero, se lanzó a la lucha armada en contra de Porfirio Díaz. Combatió fuertemente desde el sur y apoyó la entrada de Madero al poder pero se decepcionó poco después cunado sus petición fue ignorada.

Si bien Zapata exigía la devolución de las tierras expropiadas, su petición también incluía la puesta en práctica de usos y costumbres ancestrales en los que la tierra es propiedad comunal, o sea la desaparición de la propiedad privada. Esta idea resultó inoperante o incongruente con el modelo capitalista de los gobiernos que sucedieron a Díaz, por lo que Zapata se negó terminantemente a deponer las armas.

En la redacción de la Constitución de 1917, Carranza promulgó la ley donde se crea la forma jurídica del Ejido, una interpretación moderna de los principios por los que pugnaba Zapata, aunque no es sino hasta 1934, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, que se comenzó a llevar a cabo. Aun así las diferencias entre Carranza y Zapata fueron irreconciliables. En 1919 Zapata asistió a una cita con un general de Carranza que le proponía una alianza, pero se trataba de una emboscada donde Zapata fue asesinado. Rápidamente corrió la noticia de su muerte y poco después la negación de la misma.

La gente en los pueblos dice hasta nuestros días ¡Zapata no ha muerto!, ¡Zapata vive!... tanto asi que el movivmiento del subcomandante Marcos en Chiapas, en 1994, abanderó los estatutos, la efigie y hasta el nombre de Zapata para reclamar un lugar digno para los indígenas en un mundo globalizado.