Cabezas Colosales Olmecas
Imagine usted que se encuentra en algún lugar de la selva pantanosa de Tabasco, México, y que usted es un ingeniero cuyo propósito de encontrar petróleo, le hace soportar altas temperaturas y picaduras de mosquitos. Imagine que de pronto de se topa con una gran piedra, tan alta como un hombre pero mucho más ancha, que se acerca y descubre que se trata de la representación de una grán cabeza humana...
Corre el año de 1862 y usted se llama José Melgar. Al reportar el hallazgo lo que más impresiona a los arqueólogos es el tamaño y no lo dan a conocer hasta 1896. Por aquél entonces se pensaba que en América no existía cultura más antigua que la de los Mayas, y que acaso estos dieron origen a una cultura secundaria a la que se denominó Olmeca, “los habitantes del país del hule”, creadores de la Cabeza.
Más tarde, por los años de 1930, el descubrimiento de más cabezas colosales y las pruebas de carbono 14, arrojan evidencias que ponen a la ciencia de cabeza. Estos grandes monolitos, magistralmente tallados son mucho más antiguos que la más antigua de las pirámides de Mesoamérica. Los cálculos más minuciosos hablan de fechas alrededor de 1000 años antes de Cristo.
Aparte del tiempo, las cabezas Olmecas ofrecen mayores misterios: todas fueron halladas en zonas fangosas donde no abunda el basalto, roca de origen volcánico. Parece ser que los enormes bloques de hasta 20 toneladas fueron traídos desde lugares remotos, a más de 80 kilómetros de distancia.
La apariencia de los rostros ha sido objeto de las más fantásticas especulaciones. Algunos dicen que hubo incursiones africanas en América antes de que los españoles llegaran, otros que creen que los Olmecas son de una de las tribus de Israel. Otros más mesurados insisten en que la importancia del jaguar en su religión era tal, que buscaban parecérsele a través de estas representaciones. Hay discusión entre los que creen que son retratos de la aristocracia y los que piensan que son de guerreros caídos en combate, o jugadores de pelota.
Hay quienes atribuyen a las cabezas colosales de los Olmecas poderes curativos y alucinogenos al contacto... Nosotros solo podemos asegurarle que son tan misteriosas como imponentes. No puede dejar de admirarlas.